Nada toca el suelo


Qué:
Exposición individual
Quién:
Tonia Trujillo
Cuándo:
2007
Dónde:
Galería Selón. Madrid

LUZ CONTRA EL MURO
Texto: Juan Fernández-Viagas Bartolomé

En el mínimo tránsito que separa el discurrir entre el ojo y el lienzo, o entre el guiño y la placa, se suele establecer a menudo toda una cronología de sensaciones o íntimas pulsiones que, finalmente, conduzcan a un resultado singular y aparentemente distinto del de la obra inicialmente proyectada.

Sin embargo, para el crítico avezado e inquieto, o para el conocedor cercano del autor, la expresión plástica que contempla le viene a confirmar que la coherencia y fidelidad en la obra del artista se sigue manteniendo a través del tiempo, gracias al hilo conductor que, de forma apasionada y minuciosa, ha ido tejiendo durante su personal viaje.

'Huellas I'. Duratrans montada en caja de luz. 100 x 70 cm. Pieza actualmente en Fundación Torre Pujales. Corme. Costa da Morte. A Coruña
'Huellas I'. Duratrans montada en caja de luz. 100 x 70 cm. Pieza actualmente en Fundación Torre Pujales. Corme. Costa da Morte. A Coruña
'Huellas I'. Duratrans montada en caja de luz. 100 x 70 cm. Pieza actualmente en Fundación Torre Pujales. Corme. Costa da Morte. A Coruña

En este sentido, quienes hemos estado atentos a la trayectoria vital de Tonia Trujillo durante estos años de tenaz y febril búsqueda por los complejos vericuetos del arte, encontramos en ‘Nada toca el suelo’ una propuesta audaz y un punto inquietante, pero no ajena a trabajos anteriores – ‘Hacer de tripas corazón’, ‘Cogidas con alfileres’, ‘La caja de Pandora’ etc…, que ya aventuraban la obra que ahora contemplamos.

En ‘Nata toca el suelo’ se revelan, no obstante, duras convicciones de la autora que antes eran solo ligeramente esbozadas y que ahora se manifiestan con singular crudeza, referidas al devenir de la vida con toda su sangre y su miseria. La historia desdibujada o distorsionada a veces en rostros anónimos e imágenes congeladas en el agua, nos pueden abocar a una cierta desazón o melancolía.

Pero, de forma repentina, desde las cajas que la custodian, se filtra la luz para recordarnos que hubo un tiempo en que nuestro vuelo reflejaba en la tierra la sombra de lo que éramos.